Narrows : «El rojizo Cañon sin fin «

Esta vez nos situamos en el estado de Utah (USA), para realizar una visita de varios días a unos de los múltiples Parques Nacionales que componen este estado: el Parque Nacional de Zion.
La verdad es que con anterioridad a su visita poco conocíamos de este parque, y casi a modo de oídas en algún comentario o leyendo otro poquito de algún artículo especializado, nos decidimos por realizar una parada en él. Visita de paso para llegar a otros más importantes, o que simplemente tienen más nombre.

Pero simplemente con entrar en el estado de Utah, la perspectiva cambia para cualquiera de nosotros que residimos en la vieja península Ibérica.
Nos llamó la atención su tierra roja, y la multitud de valles y cañones que desgarran las llanuras.
Zion es uno, entre todos esos cañones, que se encuadran en las tierras de Utah, y buena parte de Arizona.
Pequeño pero justo, coqueto a la par que espectacular, y con gran cantidad de sorpresas para el visitante, desde el más cómodo, al más aventurero. En fin, visita muy recomendable si alguno se encuentra por aquellas bonitas tierras.
Describimos Zion más al detalle y como dije antes, no resulta ser excesivamente grande en comparación con otros próximos a él, puesto que es el resultado de la finalización de un cañón que se abre en su terminación, dejando paso a un espectacular valle con cantidad de paredes lisas de roca arenisca, otro tipo de material muy difícil encontrar en las formaciones geológicas de nuestro país, y todo esto siempre en tonos rojizos.

Descubrimos el Narrows por casualidad, puesto que no teníamos ninguna referencia de él anteriormente, fue en una de nuestras por llamarlo de alguna forma, exploraciones del valle, y en verdad creo que es, el lugar más singular de los que se encuentran en él.
Narrows es la salida de las aguas que encauzadas millas atrás alimentan el principal río del valle.
Varias veces habíamos llegado hasta un punto en el que el sendero acaba, y el cañón se estrecha, encajonando al río entre paredes verticales de arenisca roja, todo ello muy propicio para poner la mente e imaginación a funcionar, ¿de donde procede?, ¿hasta donde llega? o ¿Que hay mas allá de donde no se ve? …
Preguntas que rondan por la cabeza de cualquiera que llegue a un lugar tan singular con este, y que te atormentan si eres de espíritu aventurero, calmándose sólo cuando te metes en el propio asunto.
Con una mirada cómplice y sin casi decir nada, inmediatamente nos arremangamos los pantalones y con nuestras botas al hombro decidimos realizar una inspección del cañón.
La sorpresa fue inmediata, después de caminar durante aproximadamente un par de horas el Narrows no daba sensación de agotamiento en su formas, se nos echaba la noche encima y era el momento de decidir una retirada, para volver al día siguiente con otro tipo de equipación, esta vez con calzado mas adecuado, otra ropa, algo de comida y muchas ganas de aventura. El objetivo llegar a su fin o hasta donde las dificultades técnicas infranqueables nos impidieran el paso.

El día lo íbamos a pasar enteramente a remojo, andando sobre resbaladizos y dolorosos cantos de río, a la sombra agradecida del implacable sol de Utah.
Empezamos con una nueva sorpresa, una hembra de venado con sus crías busca la salida al cañón, nuestra dirección es contraria, con todo el respeto cada uno por su lado nos cruzamos, y aun recuerdo mi pensamiento que fue el siguiente, si nuestra presencia no les causa temor, una de dos, o están acostumbrados al hombre o la necesidad por salir de allí se convertía para ellos en una prioridad. La respuesta la conocimos mas tarde, no existen más salidas que la marcada por el propio curso del río.
Caminar por debajo de los lugares más encastrados casi con forma de túnel, saca a la luz las cicatrices de la roca fruto de las riadas pasadas, y litros y litros de agua que escarban en la blanda arenisca, dejando a la vista huecos de tamaño desproporcionado.
Al ir avanzando se ven grandes rocas que hay que ir superando, dando sensación de no llevar mucho tiempo allí. Imaginamos que no haya temporada en que el Narrows se encuentre en las mismas condiciones.
Ya de tarde, llegamos a un punto muy curioso donde otro pequeño río con su consecuente cañón alimenta el principal, en este tenemos la oportunidad de tocar su dos paredes con simplemente estirar nuestro brazos, y es a una hora río arriba de este punto, donde decidimos dar la vuelta y emprender nuestro regreso, tenemos que pensar que nuevamente hemos de recorrer el camino trazado, este vez con menos paradas y sin disfrutar tanto del paisaje, en resumidas cuentas aligerando el paso, y con la caída del día salimos de este sorprendente laberinto.
Texto: Iñaki Villán